martes, 16 de febrero de 2010

Sigamos meditando en los desapegos

Hoy seguiremos meditando en los desapegos, ya que es la clave dela libertad y la felicidad.

MEDITACION 10
"Maestro, ¿qué debo hacer de bueno para alcanzar la vida
eterna?
(Mt. 19,16)
Imagina que te encuentras en una sala de conciertos escuchando los
compases de la más melodiosa de las músicas y que, de pronto,
recuerdas que se te ha olvidado dejar cerrado el automóvil. Comienzas
a preocuparte y ni puedes salir de la sala ni disfrutar de la música. He
ahí una perfecta imagen de la forma que tienen que vivir la vida la
mayoría de los seres humanos.
Porque la vida, para quienes tienen oídos para oír, es una sinfonía;
pero es rarísimo el ser humano que escucha la música. ¿Por qué?
Porque la gente está demasiado ocupada en escuchar los ruidos que
sus circunstancias y su "programación" han introducido en su cerebro.
Por eso,,, y por algo más: sus apegos. El apego es uno de los
principales asesinos de la vida. Para escuchar de veras la sinfonía hay
que tener el oído lo bastante sensible como para sintonizar con cada
uno de los instrumentos de la orquesta. si únicamente disfrutas con los
instrumentos de percusión, no escucharás la sinfonía, porque la
percusión te impedirá captar el resto de los instrumentos . lo cual no
significa que no puedas preferir dicho sonido, o el de los violines, o el
piano, porque la mera preferencia por uno de los instrumentos no
reduce tu capacidad de escuchar y disfrutar de los demás. Pero, en el
momento en que tu preferencia se convierta en "apego", te harás
insensible a los restantes sonidos y no podrás evitar el minusvalorarlo.
Tu apego excesivo a un determinado instrumento te cegará, porque le
concedes un valor desproporcionado.
Fíjate ahora en una persona o cosa por la que experimentes un apego
excesivo: alguien o algo a quien hayas concedido el poder de hacerte
feliz o desdichado. Observa cómo - debido a tu empeño en conseguir a
esa persona o cosa- pierdes sensibilidad con relación al resto del
mundo. te has insensibilizado. ten el coraje de ver cuán parcial y ciego
te has vuelto ante ese objeto de tu apego.
Si eres capaz de verlo, experimentarás el deseo de liberarte de dicho
apego. El problema es: ¿cómo hacerlo? La mera renuncia o el simple
alejamiento no sirven de nada, porque el hacer desaparecer el sonido
de la percusión volverá a hacerte tan duro e insensible como lo eras
cuando te fijabas únicamente en dicho sonido. Lo que necesitas no es
renunciar, sino comprender, tomar consciencia. Si tus apegos te han
ocasionado sufrimiento y aflicción, ésa es una buena ayuda para
comprender. Si, al menos una vez en la vida has experimentado el
dulce sabor de la libertad y la capacidad de disfrutar la vida que
proporciona la falta de apegos, eso te será igualmente útil. también
ayuda el percibir conscientemente el sonido de los demás instrumentos
de la orquesta. Pero lo verdaderamente insustituible es tomar
consciencia de la pérdida que experimentas cuando sobrevalora la
percusión y te vuelves sordo al resto de la orquesta.
El día en que esto suceda y se reduzca tu apego a la percusión, ese día
ya no dirás a tu amigo: "¡Qué feliz me has hecho!". Porque al decírselo,
lo que haces es halagar su "ego" e inducirle a querer agradarte de
nuevo, además de engañarte a ti mismo creyendo que tu felicidad
depende de él. Lo que le dirás más bien será: "Cuando tú y yo nos
encontramos ha brotado la felicidad". Lo cual hace que la felicidad no
quede contaminada por su "ego" ni por el tuyo, porque ninguno de los
dos puede atribuirse el mérito de la misma. Y ello os permitirá a ambos
separaros sin ningún tipo de apego excesivo y experimentar lo que
vuestro mutuo encuentro ha producido, porque ambos habréis
disfrutado, no el uno del otro, sino de la sinfonía nacida de vuestro
encuentro. Y cuando tengas que pasar a la siguiente situación, persona
u ocupación, lo harás sin ningún tipo de sobrecarga emocional, y
experimentarás el gozo de descubrir que en esa siguiente situación, y
en la siguiente, y en cualesquiera situaciones sucesivas, brota también
la sinfonía, aunque la melodía sea diferente en cada caso.
En adelante, podrás ir pasando de un momento a otro de la vida
plenamente absorto en el presente, llevando contigo tan poca carga del
pasado que tu espíritu podría pasar a través del ojo de una aguja; tan
escasamente afectado por la preocupación acerca del futuro como las
aves del cielo y los lirios del campo. Ya no estarás apegado a ninguna
persona o cosa, porque habrás desarrollado el gusto por la sinfonía de
la vida. Y amarás únicamente la vida y te apasionarás por ella con todo
tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus
fuerzas. Y te encontrarás tan ligero de equipaje y tan libre como un
pájaro en el cielo, viviendo siempre en el "ahora eterno". Entonces
habrás descubierto en tu corazón la respuesta a la pregunta: "Maestro,
¿qué debo hacer para alcanzar la vida eterna?"




http://www.youtube.com/watch?v=RLGHUe1OxNU

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