domingo, 21 de febrero de 2010

Medita para liberarte de tus dependencias

MEDITACION 15
" "Maestro", le dijeron, "sabemos que tú hablas y enseñas con
rectitud y que no haces acepción de personas""
(Lc. 20,21)
Considera tu vida y comprueba cómo has llenado su vacío a base de
personas, con lo que les has dado un absoluto dominio sobre ti. Fíjate
cómo ellas, con su aprobación o su desaprobación, determinan tu
comportamiento. Observa cómo tienen el poder de aliviar tu soledad
con su compañía, de levantarte la moral con sus elogios, de hundirte
en la miseria con sus críticas y su rechazo. Comprueba cómo tú mismo
empleas la mayor parte del tiempo en tratar de aplacar y agradar a los
demás ya estén vivos o muertos. Te riges por sus normas, te adaptas a
sus criterios, buscas su compañía deseas su amor, temes sus burlas,
anhelas un aplauso, aceptas dócilmente la culpabilidad que descargan
sobre ti...; te horroriza no seguir la moda en la forma de vestir, de
hablar, de actuar y hasta de pensar...
Observa también cómo aún en el caso de que tú los controles,
dependes de los demás y estás dominado por ellos.
De tal manera han llegado a ser las personas parte de tu propio ser
que ni siquiera te resulta imaginable vivir sin sentirte afectado o
controlado por ellas. De hecho, ellas mismas te han convencido de que,
si alguna vez llegas a independizarte de ellas, te convertirás en una
solitaria, desierta e inhóspita isla. Sin embargo, es justamente todo lo
contrario, porque ¿cómo puedes amar a alguien de quien eres esclavo?
¿Cómo puedes amar a una persona sin la cual eres incapaz de vivir? A
lo mas, podrás desearla, necesitarla, depender de ella, tenerla y ser
dominado por ella. Pero el amor sólo puede darse en la falta absoluta
de temor y en la libertad.
¿Cómo puedes alcanzar esa libertad? Efectuando un ataque contra tu
dependencia y tu esclavitud en un doble frente. Ante todo, en el frente
de la consciencia. Es casi imposible ser dependiente, ser esclavo,
cuando uno constata una y otra vez el absurdo de su dependencia.
Pero la consciencia puede no ser suficiente para una persona "adicta" a
los demás. Por eso es preciso -y éste es el segundo frente- que cultives
aquellas actividades que te gustan. debes descubrir qué es aquello que
haces, no por la utilidad que te reporta, sino porque quieres hacerlo.
Piensa en algo que te guste hacer por sí mismo, independientemente
de que te salga bien o no, de que te elogien o dejen de elogiarte por
ello, de que te procure o no el afecto o el reconocimiento de los
demás, de que los demás lo sepan y te lo agradezcan o dejen de
hacerlo... ¿Cuantas actividades hay en tu vida en las que te embarcas
simplemente porque te producen gozo y te atraen irresistiblemente?
trata de descubrirlas y cultívalas, porque son tu pasaporte hacia la
libertad y el amor.
Probablemente, también en esto te han "comido el coco" con el
siguiente razonamiento consumista: "disfrutar de un poema, de un
paisaje o de una pieza musical es una pérdida de tiempo, lo que debes
hacer es producir tú mismo un poema, una composición musical o una
obra de arte. Pero incluso el simple producir es de escaso valor en sí
mismo; tu obra debe ser, además, conocida. ¿De qué vale, si nadie la
conoce? Más aún: aunque sea conocida, no significa nada si no gana el
aplauso y el reconocimiento de la gente. ¡Tu obra sólo alcanzará el
máximo valor cuando sea popular y se venda!" Ya estás de nuevo en
manos de los demás y sometido a su control... Y, según ellos, el valor
de una acción no radica en que sea algo querido y disfrutado por sí
mismo sino en que tenga éxito.
El "camino real" hacia el misticismo y la realidad no pasa por el mundo
de las personas, sino por el mundo de las acciones emprendidas por sí
mismas, sin buscar ni siquiera indirectamente, el éxito, la ganancia o la
utilidad. Contrariamente a lo que suele creerse, la terapia por la falta
de amor y la soledad no consiste en la compañía, sino en el contacto
con la realidad. En el momento en que toques dicha realidad, sabrás lo
que son la libertad y el amor. La libertad respecto de las personas... y,
consiguientemente, la capacidad de amarlas.
No debes pensar que, para que el amor brote en tu corazón, tienes
primero que conocer a las personas. Eso no sería amor, sino atracción
y compasión. Sí es amor, en cambio, es lo primero que nace en el
corazón al contacto con lo real. No un amor por una determinada
persona o cosa, sino la realidad del amor; una actitud, una disposición
de amor. Y ese amor se irradia entonces al exterior, hacia el mundo de
las cosas y las personas.
Si deseas que este amor exista en tu vida, debes liberarte de tu
dependencia interna respecto de las personas, tomando consciencia de
ella y emprendiendo actividades que te guste realizar por sí mismas.

Video de música para meditar...

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