jueves, 25 de febrero de 2010

Sigamos meditando en el amor

Meditar en el amor nunca es bastante...entender el amor es entender a Dios mismo...algo titanico para nosotros, desde la mente limitada del ser humano...por eso debemos constantemente estar meditando en esta energia creadora, en esta fuente inagotable de recursos, felicidad y libertad llamada amor...para asi abrir, expandir e iluminar nuestra consciencia aprendiendo a fluir en esta corriente...sigamos meditando en el amor.

MEDITACION 19
"Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es
apto para el Reino de Dios"
(Lc. 9,62)
El Reino de Dios es amor. Pero ¿qué significa amar? Significa ser
sensible a la vida, a las cosas y a las personas; tener sentimientos hacia
todo y hacia todos, sin excluir nada ni a nadie. Porque a la exclusión
sólo se llega a base de endurecerse, a base de cerrar las propias
puertas. Y el endurecimiento mata la sensibilidad. No te resultará difícil
encontrar ejemplos de esta clase de sensibilidad en tu propia vida. ¿No
te has detenido nunca a retirar una piedra o un clavo de la carretera
para evitar que alguien pueda sufrir daño? Lo de menos es que tú no
llegues nunca a conocer a la persona que va a beneficiarse de ello, o
que no se recompense ni se reconozca tu gesto. Lo haces por puro
sentimiento de benevolencia y bondad. ¿No te has sentido alguna vez
afligido ante la absurda destrucción, en cualquier parte del mundo, de
un bosque que nunca ibas a ver ni del que te ibas a beneficiar jamas?
¿No te has tomado nunca más molestias de las normales por ayudar a
un extraño a encontrar la dirección que buscaba, aunque no conocieras
ni fueras nunca a volver a ver a esa persona, simplemente por haber
experimentado un sentimiento de bondad? En esos y en otros muchos
momentos, el amor ha aflorado a la superficie en tu vida, haciendo ver
que se hallaba en tu interior esperando ser liberado.
¿Cómo puedes llegar a poseer esta clase de amor? No puedes, porque
ya está dentro de ti. Todo lo que tienes que hacer es quitar los
obstáculos que tú mismo pones a la sensibilidad, y ésta saldrá a la
superficie.
Esos obstáculos a la sensibilidad son dos: La opinión y el apego.
Hablemos primero de la opinión. En cuanto tienes una opinión, ya has
llegado a una conclusión acerca de una persona, una situación o una
cosa. Te has quedado fijo en un punto y has renunciado a tu
sensibilidad. Te has predispuesto, y ya sólo verás a esa persona o cosa
desde tu predisposición o prejuicio. En otras palabras, vas a dejar de
verla para siempre. ¿Y cómo puedes ser sensible a alguien que ni
siquiera ves? Piensa en una persona a la que conozcas y haz una lista
de las numerosas conclusiones, positivas o negativas, a las que hayas
llegado y sobre la base de las cuales te relacionas con ella. En el
momento en que digas: "Fulano es inteligente", o "cruel", o
"desconfiado", o "cariñoso", o lo que sea, en ese mismo momento ya
has endurecido tu percepción, te has formado un pre - juicio y has
dejado de observar a esa persona en su constante devenir; es algo
análogo al caso del piloto que se pusiera a volar hoy con el informe
meteorológico de la semana pasada. Examina con mucho cuidado
dichas opiniones, porque el simple hecho de comprender que se trata
de opiniones, conclusiones o prejuicios, no reflejos de la realidad, hará
que desaparezcan.
En cuanto al apego, ¿cómo se forma? Ante todo, proviene del contacto
con algo que te ocasiona placer o satisfacción: un auto, un moderno
aparato anunciado de manera atrayente, una frase de elogio, la
compañía de una persona... Viene luego el deseo de aferrarte a ello, de
repetir la gratificante sensación que esa cosa o persona te ha
ocasionado. Por último, llegas a convencerte de que no serás feliz sin
esa cosa o persona, porque has identificado el placer que te
proporciona con la felicidad. Y ya tienes un apego con todas las de la
ley; un apego, que inevitablemente, te hace excluir otras cosas y ser
insensible a todo cuanto no forme parte de él. Consiguientemente,
cada vez que tengas que dejar el objeto de tu apego, dejarás con él tu
corazón, que ya no podrás poner en ninguna otra cosa. La sinfonía de
la vida prosigue, pero tú no dejas de mirar atrás, de aferrarte a unos
cuantos compases de la sinfonía, de cerrar tus oídos al resto de la
música, produciendo con ello una desarmonía y un conflicto entre lo
que a vida te ofrece y aquello a lo que tú te aferras. Y vienen a
continuación la tensión, la ansiedad, que constituyen la muerte misma
del amor y de la gozosa libertad que el amor conlleva. Y es que el amor
y la libertad sólo se encuentran cuando se sabe disfrutar de cada nota
en el momento en que ésta se produce, pero sin tratar de apresarla, a
fin de mantenerse plenamente receptivo a las notas siguientes.
¿Cómo liberarse de un apego? Muchos suelen intentarlo por medio de
la renuncia. pero renunciar a unos cuantos compases de la sinfonía,
hacerlos desaparecer de la consciencia, origina precisamente la misma
clase de violencia, , conflicto e insensibilidad que el aferrarse a ellos. Lo
único que se consigue, una vez más, es endurecerse. El secreto reside
en no renunciar a nada ni aferrarse a nada, en disfrutar de todo y
permitir que todo pase. Y esto ¿cómo se hace? A base de muchas
horas de observar el carácter corrompido y viciado del apego. Por lo
general, lo que haces es centrarte en la emoción, en la ráfaga de placer
que el objeto de tu apego te produce. ¿Por qué no intentas ver la
ansiedad, el sufrimiento y la falta de libertad que también te ocasiona,
a la vez que la alegría, la paz y la libertad que experimentas cuando
desaparece? entonces dejarás de mirar atrás y podrás sentir el hechizo
de la música en el instante presente.
Finalmente, echa un vistazo a la sociedad en la que vivimos, podrida de
apegos hasta la médula. Porque, si uno está apegado al poder, al
dinero, a la propiedad, a la fama, al éxito; si uno busca todas estas
cosas como si su felicidad dependiera de ellas, será considerado como
un miembro dinámico , trabajador y productivo de la sociedad. En otras
palabras, si uno persigue esas cosas con una arrolladora ambición
capaz de destruir la sinfonía de su vida y convertirle en un ser duro, frío
e insensible para con los demás y para consigo mismo, entonces la
sociedad le considerará un ciudadano "como es debido", y sus
parientes y amigos se sentirán orgullosos del "status" que han
alcanzado. ¿A cuantas personas conoces, de las que llaman
"respetables", que hayan conservado esa tierna sensibilidad del amor
que sólo la falta de apegos puede proporcionar? Si piensas en ello
detenidamente, experimentarás una repugnancia tan profunda que
instintivamente arrojarás de ti todo apego, como harías con una
serpiente que te hubiera caído encima. Te rebelarás y tratarás de
liberarte de esta pútrida cultura, basada en la codicia y el apego, en el
ansia y la avaricia y en la dureza e insensibilidad del desamor.

Nuestro video de hoy, una hermosa melodia que acompaña nuestra meditación.




http://www.youtube.com/watch?v=rmGTO95oGYU

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