sábado, 27 de marzo de 2010

La reflexiología aplicada en los pies

Continuando con nuestro ciclo de terapias alternativas, veremos la reflexiologia podal a traves de una serie de videos que nos permitirán aprender a utilizar esta herramienta de curación conociendo los puntos claves y aplicando las diferentes técnicas para estimularlos y a través de ellos activar, relajar o curar afecciones en nuestro organismo...


En el primero veremos rodillas, piernas, organos reproductores, higado riñon y vesicula.






http://www.youtube.com/watch?v=6uSOJRHR3gU

Aqui veremos los puntos para estimular el sistema hormonal, y como podemos hacelo nosotros mismos.



http://www.youtube.com/watch?v=TYz37MQQ5rc

Para el sistema linfatico.



http://www.youtube.com/watch?v=ymUPKCjM-PQ

Solo el punto del insomnio.



http://www.youtube.com/watch?v=tLQ6YAh2S-U

viernes, 19 de marzo de 2010

La reflexiología como terapia curativa

Hoy veremos de que se trata la reflexiología, que es una ciencia milenaria, y hoy recién la ciencia está reconociendo sus efectos, y además es una de las terapias alternativas que podemos aprender y aplicarlas en nosotros mismos sin tener que recurrir a un terapeuta, sin embargo si se trata de un diagnóstico mayor, es preferible visitar un terapeuta calificado, que nos indique los puntos a tratar para obtener resultados.

Esta terapia se basa en los puntos de acupuntura, como muchas otras, pero esta se aplica principalmente en las terminaciones nerviosas de los pies, las manos y el rostro, las cuales corresponden a la totalidad de nuestros organos internos, los cuales podemos relajar, desinflamar, activar y aliviar dolores, presionando los puntos correspondientes.

Está dirigida a mejorar nuestro cuerpo físico principalmente.

Veremos a través de videos como podemos aplicarnos esta terapia nosotros mismos y cómo aliviar algunas dolencias, como el dolor de cabeza, de estómago, etc.


Aquí nuestro primer video, que nos enseña la reflexiología en el rostro y sus aplicaciones.



http://www.youtube.com/watch?v=JUB3NeighnM

domingo, 14 de marzo de 2010

Terapias.

Hoy comenzamos un nuevo ciclo de temas para nuestro Crecimiento personal....con lo que podemos ayudarnos a nosotros mismos en el camino de nuestra toma de conciencia...de nuestra busqueda de luz y verdad.

Como dijimos anteriormente, la Autoayuda es la mejor opción si realmente queremos obtener un cambio en nuestro sistema de vida...desde la raíz hasta la manifestación de nuestro entorno.

Una poderosa herramienta en este propósito es la terapia...de sanación, alternativa, o como quieras llamarla, es un sistema de opciones que pudes elejir para sanar...para crecer...para cambiar.

Hoy veremos de forma sencilla lo que es una terapia...y lo que podemos lograr con ella.

Terapia es simplemente un tratamiento...una secuencia de acciones que buscan una mejoría, ya sea de una enfermedad, de una situación...de una dolencia.

Tememos la terapia científica, como la medicina, la psicología, la psiquiatría, etc.

Y tenemos por otro lado las terapias alternativas de sanación, que van desde las corporales, psiquicas, espirituales, emocionales y holísticas, que engloban la totalidad del ser como una unidad compleja que debe ser atendida integralmente.

Comenzaremos con las corporales, o las que se aplican focalizadamente a la parte física, para aliviar dolencias específicas, como por ejemplo, la quiropraxia.

La quiropraxia es una terapia dirigida especialmente a corregir las dolencias de la columna vertebral, y ya en algunos paises, es reconocida como una terapia formal, tan válida como la kinesiología y la traumatología.

Esta terapia debe ser aplicada por un terapeuta calificado, y se obtienen exelentes resultados.

También en el ámbito corporal, tenemos la Masoterapia, que como su nombre lo indica, es una terapia en base a masajes con las manos, los cuales pueden ser dirijidos a dolencias como atrofias de tipo muscular, lumbagos, ciática, y hasta para mejorar la estética, como son los masajes reductores o modeladores de la figura.

Aqui un video acerca del quiromasaje y para que se utiliza.



http://www.youtube.com/watch?v=WfJ7KJGxE3I

viernes, 12 de marzo de 2010

Si la luz esta en ti...para que seguir buscando fuera.

Esperamos que despues de tanta meditación hermosa, hayas descubierto la luz en ti...hoy cerramos el ciclo de meditaciones y comenzaremos a ver Terapias Alternativas, para contar con herramientas para sanar tambien nuestro cuerpo...los esperamos en este nuevo paso hacia la Luz.

MEDITACION 31
"Por eso, estad también vosotros preparados, porque cuando
menos lo esperéis vendrá el Hijo del hombre"
(Mt 24,44)
Tarde o temprano brota en todo corazón humano el deseo de santidad,
de espiritualidad, de Dios, o como se quiera llamar. Oímos a los
místicos hablar de una divinidad que les envuelve por todas partes, que
está a nuestro alcance y que, si fuéramos capaces de descubrirla,
podría hacer que nuestras vidas tuvieran sentido y fueran ricas y
hermosas. La gente tiene una vaga idea a ese respecto, y por ello lee
libros y consulta a los gurús tratando de averiguar qué es lo que deben
hacer para obtener esa cosa tan esquiva que llamamos "santidad" o
"espiritualidad". Para lo cual prueban toda clase de métodos, técnicas,
ejercicios espirituales y fórmulas... y, al cabo de años de inútiles
esfuerzos, acaban desanimados y confundidos y se preguntan en qué
se habrán equivocado. Y, por lo general, se culpan a sí mismos: Si
hubieran practicado las técnicas con mayor regularidad, si hubieran
sido más fervorosos o más generosos..., lo habrían logrado. ¿lograr
qué? De hecho, no tienen muy claro en qué consiste esa santidad que
andan buscando, aunque sí saben, ciertamente, que sus vidas siguen
siendo un fracaso y que ellos siguen siendo unos seres angustiados,
inseguros, llenos de miedo, resentidos, despiadados, avaros,
ambiciosos y manipuladores. Por eso vuelven a emprender, con
renovado ímpetu, el esfuerzo y el trabajo que creen imprescindibles
para alcanzar su objetivo.
Nunca se han parado a considerar algo tan simple como es el hecho de
que sus esfuerzos no van a llevarles a ninguna parte. Lo único que van
a conseguir con sus esfuerzos es empeorar las cosas, del mismo modo
que empeoran las cosas al intentar apagar un fuego con más fuego. El
esfuerzo no produce el crecimiento sea cual sea la forma que adopte
(la fuerza, la costumbre, una determinada técnica o un determinado
ejercicio espiritual), el esfuerzo no origina el cambio. A lo más conduce
a la represión y a encubrir el verdadero mal.
El esfuerzo si puede modificar la conducta, pero no cambia a la
persona. Piensa en la mentalidad que subyace a la pregunta: "¿Qué
debo hacer para alcanzar la santidad?". Es algo así como preguntar
"¿Cuánto dinero tengo que gastar para comprar tal cosa?, ¿qué
sacrificio debo hacer?, ¿a qué disciplina tengo que someterme?, ¿qué
clase de meditación debo practicar para obtenerlo?..." Imagínate a un
hombre que deseara obtener el amor de una mujer y, para ello, tratara
de mejorar su apariencia, reconstruir su cuerpo, cambiar su conducta y
practicar técnicas de seducción...
De hecho, no vas a conseguir el amor de los demás a base de practicar
técnicas, sino a base de ser una determinada clase de persona. Y esto
no se logra con esfuerzos ni con técnicas de ningún tipo. Lo mismo
sucede con la espiritualidad y la santidad. No dependen de lo que
hagas (no se trata de una mercancía que pueda comprarse ni de un
premio que pueda ganarse); depende de lo que seas.
La santidad no es un logro, es una gracia. Una Gracia llamada
consciencia, visión, observación, comprensión... Sólo con que
encendieras la luz de la consciencia y te observaras a ti mismo y cuanto
te rodea a lo largo del día; sólo con que te vieras reflejado en el espejo
de la consciencia del mismo modo que ves a tu rostro reflejado en un
espejo de cristal, es decir, con fidelidad y claridad, tal como eres, sin la
menor distorsión ni el menor añadido, y observaras dicho reflejo sin
emitir juicio ni condena de ningún tipo, experimentarías los
maravillosos cambios de toda clase que se producen en ti. Lo que
ocurre es que no puedes controlar dichos cambios, ni eres capaz de
planificarlos de antemano ni de decidir cómo y cuándo tienen que
producirse. Es esta clase de consciencia que no emite juicios la única
capaz de sanarte, de cambiarte y de hacerte crecer. Pero lo hace a su
manera y a su tiempo.
¿De qué debes ser consciente concretamente? De tus reacciones y de
tus relaciones. Cada vez que estás en presencia de una persona (la que
sea y en la situación en que sea), tienes toda clase de reacciones,
positivas y negativas. Estudia esas reacciones, observa cuáles son
exactamente y de dónde provienen, sin reconvención o culpabilización
de ningún tipo, incluso sin deseo alguno, y, sobre todo, sin tratar de
cambiarlas. Eso es todo lo que hace falta para que brote la santidad.
Pero ¿no constituye la consciencia en sí misma un esfuerzo? No, si la
has percibido aunque no sea más que una vez. Porque entonces
comprenderás que la consciencia es un placer: el placer de un niño que
sale asombrado a descubrir el mundo; porque, incluso cuando la
consciencia te hace descubrir en ti cosas que te desagradan, siempre
ocasiona liberación y gozo. Y entonces sabrás que la vida inconsciente
no merece ser vivida, porque está excesivamente llena de oscuridad y
de dolor.
Si al principio sientes pereza en practicar la consciencia, no te
violentes. Sería un esfuerzo más. Limítate a ser consciente de tu
pereza, sin juzgar ni condenar. Comprenderás entonces que la
consciencia requiere el mismo esfuerzo que el que tiene que realizar un
enamorado para acudir junto a su amada, o un hambriento para comer,
o un montañero para escalar la montaña de sus sueños; tal vez haya
que emplear mucha energía, tal vez sea incluso penoso, pero no es
cuestión de esfuerzo; ¡es hasta divertido! en otras palabras, la
consciencia es una actividad muy fácil.
Pero ¿te va a proporcionar la consciencia la santidad que tanto
anhelas? Si y no. de hecho, nunca lo sabrás, porque la verdadera
santidad, la que no se obtiene a base de técnicas, de esfuerzos, y de
represión, es absolutamente espontánea. jamás vas a tener la menor
consciencia de que se da en ti. Por lo demás, no debes preocuparte,
porque la misma ambición de ser santo se desvanecerá en cuanto
vivas, momento a momento, una vida plena, feliz y transparente
gracias a la consciencia. Te basta con estar vigilante y despierto, por
que así tus ojos verán al Salvador. No te hace falta absolutamente nada
más: ni la seguridad, ni el amor, ni el pertenecer a alguien, ni la
belleza, ni el poder, ni la santidad, ni ninguna otra cosa tendrán ya
importancia.

Y cerramos el ciclo de meditación con este hermoso video, con música de un gran iluminado...Motzart. Esperamos nos sigan acompañando en este camino de búsqueda de nuestra Luz interior.



http://www.youtube.com/watch?v=OdqyJYLXzW4

miércoles, 10 de marzo de 2010

Meditemos para encender nuestra lámpara.

Meditemos en la luz..en nuestra capacidad para ver-claro o clarividencia, que es la base para conocer nuestra verdadera realidad...

MEDITACION 30
"La lámpara de tu cuerpo es tu ojo; si tu ojo está sano, todo tu
cuerpo estará luminoso; pero, si está enfermo, tu cuerpo
estará a oscuras"
(Lc. 11 , 34)
Pensemos que el mundo se salvaría si tan sólo fuéramos capaces de
generar mayores dosis de buena voluntad y tolerancia. Lo cual es falso.
Lo que puede salvar al mundo no es la buena voluntad o la tolerancia,
sino la clarividencia. ¿De qué sirve que seas tolerante con los demás si
estás convencido de que eres tú quien tiene la razón y de que quienes
no piensan como tú están equivocados? Eso no es tolerancia, sino
condescendencia. Eso no lleva a la unión de los corazones, sino a la
división, porque tú te colocas arriba y pones a los demás abajo: unas
posiciones que sólo pueden dar lugar a un sentido de superioridad por
tu parte y a un resentimiento por parte de tus semejantes, originando
con ello una mayor tolerancia.
La verdadera tolerancia brota únicamente de una viva consciencia de la
profunda ignorancia que a todos nos aqueja en relación con la verdad.
Porque la verdad es, esencialmente, misterio. La mente puede sentirla,
pero no comprenderla, y menos aún formularla. Nuestras creencias
pueden vislumbrarla, pero no expresarla con palabras. A pesar de lo
cual, la gente habla con entusiasmo del valor del diálogo, el cual, en el
peor de los casos, es un intento camuflado de convencer al otro de la
rectitud de tu propia postura, y en la mejor de las hipótesis te impedirá
parecerte a una rana en su charca, que piensa que ésta (la charca) es
el único mundo que existe.
¿Qué ocurre cuando se reúnen ranas de diferentes charcas para
dialogar acerca de sus convicciones y experiencias? Ocurre que sus
horizontes se ensanchan hasta el punto de admitir la existencia de
otras charcas distintas de la propia. Pero aún no tienen la menor
sospecha de que existe un océano de verdad que no puede ser
encerrado dentro de los límites de sus charcas conceptuales. Y
nuestras pobres ranas siguen divididas y hablando en términos de tuyo
y mío: tus experiencias, tus convicciones, tu ideología... y las mías. El
compartir fórmulas no enriquece a quienes las comparten, porque las
fórmulas, al igual que los límites de las charcas, dividen; sólo el océano
ilimitado une. Ahora bien, para llegar a ese océano de verdad que no
conoce los límites de las fórmulas, es esencial poseer el don de la
clarividencia.
¿Qué es la clarividencia y cómo se obtiene? Lo primero que debes
saber es que la clarividencia no requiere demasiados conocimientos. Es
algo tan simple que está al alcance de un niño de diez meses. No
requiere conocimientos, sino ignorancia; no requiere talento, sino valor.
Lo comprenderás si piensas en un niño en brazos de una vieja y fea
criada. El niño es demasiado joven para haber adquirido los prejuicios
de sus mayores. Por eso, cuando se encuentra cálidamente instalado
en los brazos de esa mujer, no está respondiendo a ningún tipo de
"clichés" mentales (clichés como "mujer blanca - mujer negra", "fea -
guapa", "vieja-joven", "madre-criada", etc.), sino que está
respondiendo a la realidad. Esa mujer satisface la necesidad que el niño
tiene de amor, y es a esta realidad a la que el niño responde, no al
nombre, la apariencia, la religión o la raza de la mujer. Todas estas
cosas son para él absolutamente irrelevantes. El niño carece todavía de
creencias y de prejuicios. Éste es el medio en el que puede dase la
clarividencia, y para obtenerla hay que olvidarse de todo cuanto se ha
aprendido y adquirir la mente del niño, libre de esas experiencias
pasadas y esa "programación" que tanto oscurece nuestra forma de ver
la realidad.
Mira en tu interior, estudia tus reacciones frente a las personas y las
situaciones, y sentirás horror al descubrir la cantidad de prejuicios que
subyacen a tus reacciones. Casi nunca respondes a la realidad concreta
de la persona o cosa que tienes delante. A lo que respondes es a una
serie de principios, ideologías y creencias económicas, políticas,
religiosas y psicológicas; a un montón de ideas preconcebidas y de
prejuicios, tanto positivos como negativos. Considera, una por una,
cada persona, cada cosa, y cada situación, y trata de averiguar cuál es
tu predisposición con respecto a cada una de ellas, separando la
realidad respectiva de tus percepciones y proyecciones programadas.
Este ejercicio te proporcionará una revelación tan divina como
cualquiera de las que pueda proporcionarte la Escritura.
Pero no son los prejuicios y las creencias los únicos enemigos de la
clarividencia. Hay otra pareja de enemigos llamados "deseo" y "miedo".
Para que el pensamiento esté incontaminado de toda emoción, y
concretamente de deseo, de miedo y de egoísmo, se requiere una
ascesis verdaderamente aterradora. Las personas creen
equivocadamente que su pensamiento es producto de su mente; en
realidad es producto de su corazón, que primero dicta una determinada
conclusión y luego ordena a la mente que elabore el razonamiento con
que poder apoyarla. He aquí, pues, otra fuente de revelación divina.
Examina algunas de las conclusiones a las que has llegado y
comprueba cómo han sido adulteradas por tu egoísmo. Esto vale para
cualquier conclusión, a no ser que la consideres provisional. Fíjate cuán
estrechamente te aferras a tus conclusiones relativas a las personas,
por ejemplo. ¿Acaso están esos juicios completamente libres de toda
emoción? Si así lo crees, es muy probable que no te hayas fijado
suficientemente.
Ésta es, precisamente, la principal causa de los desacuerdos y las
divisiones que se dan entre naciones y entre individuos. tus intereses
no coinciden con los míos, y por esos tu pensamiento y tus
conclusiones tampoco concuerdan con los míos. ¿Cuantas personas
conoces cuya manera de pensar, al menos en ocasiones, se oponga a
sus intereses? ¿Cuantas veces has conseguido colocar una barrera
insalvable entre los pensamientos que ocupan tu mente y los miedos y
deseos que se agitan en tu corazón? Cada vez que lo intentes,
comprobarás que lo que la clarividencia requiere no son conocimientos
o informaciones. Esto se adquiere fácilmente; no así el valor para hacer
frente con éxito al miedo y al deseo, porque, en el momento en que
desees o temas algo, tu corazón, consciente o inconscientemente, se
interpondrá y servirá de obstáculo a tu pensamiento.
Esta es una consideración para "gigantes" espirituales que han logrado
darse cuenta de que para encontrar la verdad, lo que necesitan no son
formulaciones doctrinales, sino un corazón capaz de renunciar a su
"programación" y a su egoísmo cada vez que el pensamiento se pone
en marcha; un corazón que no tenga nada que proteger y nada que
ambicionar y que, por consiguiente, deje a la mente vagar sin trabas,
libre y sin ningún temor, en busca de la verdad; un corazón que esté
siempre dispuesto a aceptar nuevos datos y a cambiar de opinión. Un
corazón así acaba convirtiéndose en una lámpara que disipa la
oscuridad que envuelve el cuerpo entero de la humanidad. Si todos los
seres humanos estuvieran dotados de un corazón semejante, ya no se
verían a sí mismos como "comunistas" o "capitalistas", como
"cristianos", "musulmanes" o "budistas", sino que su propia
clarividencia les haría ver que todos sus pensamientos, conceptos y
creencias son lámparas apagadas, signos de su ignorancia. Y, al verlo,
desaparecerían los límites de sus respectivas charcas, y se verían
inundados por el océano que une a todos los seres humanos en la
verdad.

Este hermoso video es la propuesta para la meditación de hoy.



http://www.youtube.com/watch?v=TuLg9TOzfm0

lunes, 8 de marzo de 2010

Meditemos para aprender a fluir.

Meditemos para aprender a dejar fluir la vida a traves de nosotros...sin luchas ni temores, en forma natural como debe ser.

MEDITACION 29
"El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida
por mí, la encontrará"
(Mt. 10 , 39)
¿Has pensado alguna vez que quienes más miedo tienen a morir son
los que más miedo tienen de vivir? ¡Que al pretender escapar a la
muerte estamos huyendo de la vida?
Imagínate a un hombre que viviera en un miserable ático sin luz y sin
apenas ventilación; imagínate además que a ese hombre le da
verdadero terror bajar las escaleras, porque ha oído hablar de quienes
han rodado por ellas y se han roto el cuello, y que jamás se le ocurriría
cruzar la calle, porque le han dicho que el intentar hacerlo han sido
atropelladas centenares de personas. Y, naturalmente, si no es capaz
de cruzar una calle, mucho menos podrá cruzar un océano, o un
continente... o pasar de un universo mental a otro. Lo que hace ese
hombre es aferrarse a su pequeño cuchitril, en un desesperado intento
de eludir la muerte, con lo que al mismo tiempo elude también la vida.
¿Qué es la muerte? Una pérdida, una desaparición, un marcharse, un
decir adiós. Cuando te aferras a algo, te niegas a marcharte, te niegas
a decir adiós, te resistes a la muerte. Y aunque no te des cuenta, te
resistes también a la vida.
Porque la vida está en movimiento, y tu, en cambio, estás fijo; la vida
fluye, y tú en cambio estás estancado; la vida es flexible y libre, y tú,
en cambio, estás rígido y paralizado. La vida se lo lleva todo, y tú en
cambio ansías estabilidad y permanencia.
Por eso temes a la vida y temes a la muerte: porque te aferras. Si no te
aferraras a nada, si no temieras perder nada, entonces serías libre para
fluir como el torrente de la montaña, siempre fresco, vivo y cambiante.
Hay personas que no pueden soportar la sola idea de perder a un ser
querido, y prefieren no pensar siquiera en ello; o bien les horroriza la
simple posibilidad de poner en duda y acabar perdiendo una creencia,
una ideología o una teoría que siempre han estimado; o están
convencidas de que jamás podrán vivir sin tal o cual persona, lugar o
cosa que tienen en gran aprecio.
¿Quieres conocer una forma de medir tu grado de rigidez y de inercia?
Observa la cantidad de dolor que experimentas cuando pierdes a una
persona, una cosa o una idea muy queridas para ti. El dolor y la
aflicción revelan tu apego a ellas, ¿no es verdad? ¿Por qué te aflige
tanto la muerte de un ser querido o la pérdida de un amigo? Porque
nunca te paras a pensar en serio que todas las cosas pasan o cambian
o mueren.
Por eso la muerte, la pérdida y la separación te pillan tan de sorpresa.
Prefieres vivir en el pequeño ático de tu ilusión, pretendiendo que las
cosas no cambien nunca y sigan siendo siempre las mismas . Por eso,
cuando la vida hace añicos violentamente tu ilusión, experimentas tanto
dolor.
Para vivir debes mirar de frente a la realidad; sólo así te liberarás del
temor a perder a las personas y adquirirás el gusto por la novedad, el
cambio y la incertidumbre; sólo así se desvanecerá tu miedo a perder
lo ya familiar y conocido y esperarás y acogerás ilusionado lo nuevo y
desconocido. Si es la vida lo que ambicionas, he aquí un ejercicio que
tal vez te resulte doloroso, pero que, si eres capaz de hacerlo, te
proporcionará el optimismo de la libertad:
Pregúntate si hay algo o alguien cuya pérdida te causaría una gran
aflicción. Puede que seas de esas personas que no pueden soportar la
mera idea de la muerte o la pérdida de un ser querido. Si es así, y en la
medida en que lo sea, estás muerto. Lo que hay que hacer es afrontar
la muerte, la pérdida, la separación de las cosas y personas queridas.
Considera, una por una, a esas personas y cosas e imagina que han
desaparecido de tu lado para siempre y diles adiós en tu corazón. Dale
las gracias y dile adiós a cada una de ellas.
Vas a sentir dolor, y vas a sentir también cómo dejas de aferrarte a
ello; a continuación brotará en tu consciencia algo distinto: una soledad
que crece cada vez más, hasta convertirse en algo parecido a la infinita
inmensidad del cielo. Pues bien, en esa soledad está la libertad. En esa
soledad está la vida. En ese no-aferrarse está la decisión de fluir
libremente, de disfrutar, gustar y saborear cada nuevo instante de la
vida; una vida que ahora es mucho más dulce, porque ha quedado libre
de la inquietud, la tensión y la inseguridad; libre del temor a la pérdida
y a la muerte que siempre acompaña al deseo de permanecer y de
aferrarse.

Nuestro video de hoy...el sonido del silencio, para meditar.



http://www.youtube.com/watch?v=KUjvuxTbn1o

sábado, 6 de marzo de 2010

Te sientes inseguro? meditemos en esto

Que frustrante es la inseguridad...como nos limita y nos condiciona haciendo que no nos desarrollemos correctamente, que no podamos emplear nuestras capacidades, y que dificil se nos hace vencerla cuando se anida en nosotros...busquemos en nuestro interior para que podamos comprender hacia donde debemos apuntar para salir de este atolladero...meditemos en silencio como nos enseña Anthony de Mello.

MEDITACION 28
"Por eso os digo: no andéis preocupados por vuestra vida...
Mirad las aves del cielo... Fijaos en los lirios del campo... "
(Mt. 6,25 )
En un momento o en otro, todo el mundo experimenta sensaciones de
lo que conocemos con el nombre de "inseguridad". Te sientes inseguro
de la cantidad de dinero que tienes en el banco, de la cantidad de amor
que obtienes de tus amigos, de la educación que has recibido... O
tienes sentimientos de inseguridad en relación a tu salud, a tu edad, a
tu apariencia física. Si te preguntaran: "¿Qué es lo que te hace sentirte
inseguro?", casi con toda certeza darías una respuesta errónea. Tal vez
dirías: "Tengo un amigo que no me quiere lo suficiente", o "no tengo la
formación académica que necesitaría", o algo por el estilo. En otras
palabras, aludirías a algún condicionante externo, sin darte cuenta de
que los sentimientos de inseguridad no se deben a nada exterior a ti,
sino únicamente a tu "programación" emocional, a algo que tú te dices
a ti mismo mentalmente. Si cambiaras tu "programa", tus sentimientos
de inseguridad se desvanecerían en un santiamén, aun cuando todo lo
existente en el mundo exterior a ti permanecerá exactamente igual que
antes. Hay personas que se sienten absolutamente seguras sin tener
un duro en el banco, mientras que otras se sienten inseguras a pesar
de tener millones. Lo importante no es la cantidad de dinero, sino la
"programación". Hay personas que no tienen amigos y, sin embargo,
se sienten perfectamente seguras del amor de la gente, otras, en
cambio, se sienten inseguras aunque gocen de las más posesivas y
exclusivas relaciones del mundo. Una vez más, la diferencia viene
marcada por la "programación".
Si quieres hacer frente a tus sentimientos de inseguridad, hay cuatro
hechos que debes examinar y comprender:
Primero: es inútil que trates de mitigar tus sentimientos de inseguridad
intentando cambiar las cosas exteriores a ti. Puede que tus esfuerzos
se vean coronados por el éxito, aunque no es eso lo más frecuente,
puede que consigas al menos algún alivio, pero éste no será muy
duradero. No merece la pena, por tanto, que gastes tus energías y tu
tiempo en mejorar tu apariencia física, en hacer más dinero o en
asegurarte el amor de tus amigos.
Segundo: (y éste es un hecho que te hará atacar el problema donde
realmente se encuentra: en tu interior): hay personas que, a pesar de
encontrarse en las mismas condiciones que tú te encuentras ahora no
sienten la menor inseguridad. Esas personas existen, y seguramente
conoces alguna. Consiguientemente, el problema no depende de la
realidad exterior a ti, sino de ti mismo, de tu "programación".
Tercero: Debes comprender que esa programación te ha sido impuesta
por personas inseguras que, cuando aún eras muy joven e
impresionable, te enseñaron, con su comportamiento y con sus
reacciones de pánico, que siempre que el mundo exterior no se ajuste
a una determinada norma, debes crear en tu interior una confusión
emocional llamada "inseguridad" y hacer cuanto esté a tu alcance por
reordenar dicho mundo exterior: hacer más dinero, buscar más
motivos de tranquilidad, aplacar y agradar a las personas a las que has
ofendido..., a fin de que desaparezcan los sentimientos de inseguridad.
El simple hecho de caer en la cuenta de que no tienes que hacer
semejante cosa, de que el hacerlo no resuelve realmente nada, y de
que la confusión emocional se debe exclusivamente a ti y a tu cultura,
hará que te distancies del problema, y obtendrás un considerable alivio.
Cuarto: siempre que te sientas inseguro acerca de lo que puede
depararte el futuro, limítate simplemente a recordar que en los últimos
seis o doce meses has estado igualmente inseguro acerca de los
acontecimientos que habrían de producirse; y que cuando, finalmente,
éstos se produjeron, te las arreglaste para dominarlos de un modo u
otro, gracias a las energías y recursos que acumulaste en el momento,
y no gracias a toda tu anterior preocupación, que únicamente sirvió
para hacerte sufrir innecesariamente y para debilitarte
emocionalmente. Por consiguiente, intenta decirte a ti mismo: "Si hay
algo que pueda hacer ahora con respecto a mi futuro, lo haré. Fuera de
eso, me limitaré a dejarle que siga su curso y me dedicaré a disfrutar
del momento presente, porque la experiencia me ha enseñado que sólo
puedo hacer frente a las cosas cuando éstas se presentan, no antes de
que ocurran, y que el presente me proporciona siempre los recursos y
la energía necesarios para afrontarlas".
La desaparición definitiva de los sentimientos de inseguridad sólo se
producirá cuando hayas adquirido esa bendita capacidad de las aves
del cielo y de los lirios del campo para vivir plenamente el presente,
momento a momento; porque el instante presente nunca es insufrible,
por muy doloroso que sea. Lo que sí es insufrible es lo que tú piensas
que va a suceder dentro de cinco horas o de cinco días; e insufribles
son también esas palabras que no dejas de repetir en tu interior: "¡Es
terrible!"; "¡Es insoportable!"; "¿Cuánto tiempo va durar esto?"... y
cosas parecidas. Las aves y las flores tienen la ventaja sobre los
humanos de que no tienen el concepto del futuro, ni palabras en sus
mentes, ni preocupación alguna por lo que sus semejantes piensen de
ellos. Por eso son imágenes perfectas del reino. No te inquietes, pues,
por el mañana, porque el mañana ya cuida de sí. Cada día tiene su
propia malicia. Busca el reino por encima de cualquier otra cosa, y todo
lo demás se te dará por añadidura.

Nuestro video para la meditación de hoy.



http://www.youtube.com/watch?v=1lleBP7Ai7Q

viernes, 5 de marzo de 2010

Cultivemos la llama divina del descontento

Que facil es estar descontento en esta vida...pero que dificil es cultivar la llama divina...ese descontento libre de ambición...ese desasosiego cuando ya nada nos satisface en el mundo, y solo quisieramos volver a casa, al Padre, a la unidad...Meditemos en nuestro descontento y aprendamos a distinguir, y a hacer crecer la divina llama del descontento puro y santo que nos proporciona la certeza de que hay para nosotros otro mundo, otra realidad, otra forma de ver las cosas, acorde al plan divino...y avivemosla en nuestro corazón, para que por fin se nos otorgue la gracia divina de la felicidad sin condición ni motivo...la verdadera felicidad que habita siempre en nuestros corazones.

MEDITACION 27
"He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto desearía que ya
estuviera ardiendo!"
(Lc 12,49)
Si quieres saber lo que significa ser feliz, observa una flor, un pájaro,
un niño...: ellos son imágenes perfectas del reino, porque viven el
eterno ahora, sin pasado ni futuro. Por eso no conocen la culpa y la
inquietud que tanto atormentan a los seres humanos, están llenos de la
pura alegría de vivir y se deleitan, no tanto en las personas o las cosas,
cuanto en la vida misma. Mientras tu felicidad esté originada o
sostenida por algo o alguien exterior a ti, seguirás en la región de los
muertos. El día en que seas feliz sin razón alguna, el día que goces con
todo y con nada, ese día sabrás que has descubierto ese país de la
alegría interminable que llamamos "el Reino".
Encontrar el Reino es lo más fácil del mundo, pero también lo más
difícil. Es fácil, porque el reino está a tu alrededor y aun dentro de ti
mismo, y lo único que tienes que hacer es extender tu mano y tomar
posesión de él. Y es difícil, porque si deseas poseer el reino, no puedes
poseer nada más. es decir, debes acceder a lo más hondo de ti mismo
sin apoyarte en nada ni en nadie, arrebatando a todos y a todo, para
siempre, el poder de estremecerte, de emocionarte y de darte una
sensación de seguridad o de bienestar. Para lo cual, lo primero que
necesitas es ver con absoluta claridad esta contundente verdad:
contrariamente a lo que tu cultura y tu religión te han enseñado, nada,
absolutamente nada, puede hacerte feliz. En el momento en que
consigas ver esto, dejarás de ir de una ocupación a otra, de un amigo a
otro, de un lugar a otro, de una técnica espiritual a otra, de un gurú a
otro... Ninguna de esas cosas puede proporcionarte ni un solo minuto
de felicidad. Lo más que pueden ofrecerte es un estremecimiento
pasajero, un placer que al principio crece en intensidad, pero que se
convierte automáticamente en dolor en cuanto los pierdes, y en hastío
si se prolongan indefinidamente.
Piensa en las innumerables personas y cosas que tanto te han
entusiasmado en el pasado. ¿Qué ha sucedido? En cada caso, han
acabado produciéndote sufrimiento o aburrimiento, ¿no es verdad? Es
absolutamente esencial que consigas ver esto, porque, mientras no lo
hagas, no habrá posibilidad alguna de que descubras el reino de la
alegría. La mayoría de las personas no están preparadas para verlo en
tanto no hayan padecido repetidas veces la desilusión y la tristeza. Y,
aun así, sólo una persona entre un millón siente el deseo de ver. Los
demás, la inmensa mayoría, se limita a seguir llamando patéticamente
a la puerta de otras criatura, mendigando sin recato, implorando
afecto, aprobación, consejos, poder, honor, éxito... Y es que se niegan
obstinadamente a entender que la felicidad no está en esas cosas.
Si buscas dentro de tu corazón, descubrirás algo que te permitirá
entender: una chispa de desencanto y descontento que, si se atiza, se
convertirá en fuego devastador que consumirá todo el mundo ilusorio
en el que vives, desvelando así ante tus asombrados ojos el reino en el
que sin sospecharlo siquiera, has estado viviendo siempre. ¿Te has
sentido alguna vez asqueado de la vida, mortalmente aburrido de huir
constantemente de miedos y de ansiedades, cansado de mendigar,
harto de dejarte arrastrar por tus apegos y tus "adicciones"? ¿Has
sentido alguna vez la absoluta falta de sentido de luchar para conseguir
un título, encontrar un trabajo y dedicarte a experimentar el
aburrimiento de la vida o, si eres una persona que no puede parar
quieta, vivir en una confusión emocional originada por aquellas cosas
que te afanas por conseguir? Si lo has sentido -y difícilmente habrá un
ser humano que no lo haya hecho-, entonces la llama divina del
descontento ha prendido en tu corazón, y es el momento de
alimentarla, antes de que la apaguen los rutinarios quehaceres de la
vida. es la ocasión que te depara el destino para que, simplemente
encuentres el momento de escapar y examinar tu vida, permitiendo
que la llama siga creciendo mientras lo haces, negándote a permitir, en
cambio, que nada en el mundo te distraiga de esa tarea.
Es el momento de que comprendas que no hay absolutamente nada
ajeno a ti que pueda proporcionarte una alegría duradera. Pero, en el
instante mismo en que lo hagas, comprobarás que en tu corazón nace
un temor: el temor a que, si das pábulo al descontento, éste se
convierta en una pasión devoradora que se apodere de ti y te haga
rebelarte contra todo cuanto tu cultura y tu religión consideren
estimable; contra toda una forma de pensar, sentir y percibir el mundo
que ellas (tu cultura y tu religión) te han obligado a aceptar. Ese fuego
devorador no se limitará a poner en peligro tu nave, sino que la
reducirá a cenizas. de pronto te encontrarás viviendo en un mundo del
todo diferente, infinitamente alejado del mundo de las personas que te
rodean, porque todo cuanto los demás estiman y por lo que claman sus
corazones (honor, poder, aceptación, aprobación, seguridad, riqueza...)
es visto como la hedionda, repugnante y nauseabunda basura que en
realidad es. Y todo aquello de lo que los demás huyen sin parar ya no
volverá a infundirte terror. Te has vuelto una persona serena, intrépida
y libre, porque has abandonado tu mundo ilusorio y has entrado en el
reino.
Ahora bien, no confundas este descontento divino con la desesperación
que a veces induce a la gente a la locura y al suicidio, en cuyo caso no
se trataría del impulso místico hacia la vida, sino del impulso neurótico
hacia la autodestrucción. Ni lo confundas tampoco con el gimoteo de
quienes no hacen más que quejarse de todo: estas personas no son
místicos, sino pelmazos en constante campaña en favor de una mejora
en sus condiciones carcelarias, cuando lo que necesitan sería abrir las
puertas de su prisión y salir a la libertad.
La mayoría de las personas, cuando sienten en sus corazones el
aguijonazo de este descontento, o bien huyen de él drogándose con la
búsqueda febril de trabajo, de compañía y de amistad, o bien canalizan
el descontento hacia una labor social o hacia la literatura, la música o
las llamadas tareas creativas, y se contentan con la reforma, cuando lo
que hace falta es la rebelión. estas personas, aunque tremendamente
activas, en realidad no están vivas en absoluto, sino muertas y
contentas de su vivir en la región de los muertos. la prueba de que su
descontento es divino la constituye el hecho de que no haya en él el
menor rastro de tristeza o de amargura, sino que, por el contrario, y
aun cuando pueda brotar frecuentemente el miedo en tu corazón, el
descontento venga siempre acompañado de alegría, de la alegría del
reino.
He aquí una parábola de dicho reino: el reino se parece a un tesoro
escondido en un campo y que es descubierto por un hombre, el cual,
loco de contento, va, vende cuanto tiene y compra dicho campo. Si tú
no has descubierto aún el tesoro, no malgastes tu tiempo buscándolo
porque puede ser descubierto, pero no puede ser buscado, dado que
no tienes la menor idea de en qué consiste dicho tesoro. lo único que
conoces es la letal felicidad de tu actual existencia. consiguientemente,
¿Qué vas a buscar? ¿Y dónde? Mejor será que busques en tu corazón la
chispa del descontento y la mantengas hasta que se convierta en un
auténtico incendio que reduzca a escombros tu mundo.
Jóvenes o viejos, la mayoría de nosotros estamos descontentos,
simplemente porque deseamos algo (más conocimientos, un mejor
trabajo, un coche más potente, un salario más abundante...). Nuestro
descontento se basa en nuestro deseo de "más". Si la mayoría de
nosotros estamos descontentos, es únicamente porque deseamos algo
más. Pero no me estaba refiriendo a esta clase de descontento.
Evidentemente, el desear "más" nos impide pensar con claridad; pero,
si estamos descontentos, no porque deseemos algo, sino porque no
sabemos lo que deseamos; si nos sentimos insatisfechos con nuestro
trabajo, con la necesidad de hacer dinero y lograr poder y posición, con
la tradición, con lo que tenemos y lo que podríamos tener; si estamos
insatisfechos, no con algo en particular, sino con todo, entonces creo
que descubriremos que nuestro descontento nos proporciona claridad.
Cuando no aceptamos ni seguimos, sino que dudamos, investigamos e
inquirimos, entonces se da una intuición o penetración que da lugar a
la creatividad y a alegría.
Por lo general, el descontento que experimentas se debe a que no
tienes suficiente de algo: estás insatisfecho porque piensas que no
tienes suficiente dinero, o poder, o éxito, o fama, o virtud, o amor, o
santidad... No es éste el descontento que conduce a la alegría del
reino, porque su origen es la codicia y la ambición, y su consecuencia
el desasosiego y la frustración. El día en que estés descontento, no
porque desees más de algo, sino porque no sabes que es lo que
deseas; el día en que estés mortalmente harto de todo cuanto has
estado persiguiendo hasta entonces, harto incluso de perseguirlo, ese
día tu corazón alcanzará una inmensa claridad, una intuición, una
perspicacia que, de un modo misterioso, te permitirá deleitarte con
todo y con nada.



http://www.youtube.com/watch?v=Xz9o1PfbNdQ

jueves, 4 de marzo de 2010

Encuentra en ti la fuente de todo lo bueno.

Quizá nos cueste comprender los acontecimientos que consideramos adversos en el momento en que los vivimos...pero con la perspectiva del tiempo, nos damos cuenta de que tenia un propósito y que lo logrado de esa vivencia es algo bueno...Meditemos en nosotros, en nuestro interior donde se encuentra toda respuesta...para que encontremos la fuente de todo lo que necesitamos...y demos gracias por esto.

MEDITACION 26
"¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en
su gloria?"
(Lc. 24,26)
Piensa en algunos de los acontecimientos dolorosos de tu vida.
¿Cuántos de ellos son hoy para ti motivo de agradecimiento por
haberte servido para cambiar y crecer?. Hay aquí implícita una verdad
elemental de la vida que la mayoría de las personas no llega nunca a
descubrir. Los acontecimientos afortunados hacen la vida más
placentera, pero no son causa de autoconocimiento, de crecimiento, de
libertad. Éste es un privilegio reservado a aquellas cosas, personas y
situaciones que nos ocasionan algún dolor.
Todo acontecimiento doloroso encierra una semilla de crecimiento y de
liberación. A la luz de esta verdad, vuelve ahora sobre tu vida y fíjate
en tal o cual acontecimiento por el que no te sientas especialmente
agradecido, y trata de descubrir el potencial de crecimiento que
encierra y del que no has tomado conciencia hasta ahora, por lo que no
has podido beneficiarte de él. Piensa también en algún acontecimiento
reciente que te haya ocasionado dolor y sentimientos negativos.
Cualquiera que haya sido la cosa, persona o situación que te ha
producido tales sentimientos, ha sido "maestra" para ti, porque te ha
revelado algo (o mucho) acerca de ti que probablemente no sabías y te
ha invitado y desafiado a descubrirte y conocerte mejor y,
consiguientemente, a crecer y acceder a la vida y a la libertad.
Intenta ahora identificar el sentimiento negativo que ese
acontecimiento ha despertado en ti. Puede haber sido un sentimiento
de inquietud, de inseguridad, de envidia, de ira, de culpa... ¿Qué te
dice esa emoción acerca de ti mismo, de tus valores, de tu manera de
percibir el mundo y la vida y, sobre todo, de tu "programación" y tus
condicionamientos? Si consigues descubrirlo, te librarás de alguna
ilusión o espejismo al que hasta ahora te habías aferrado, o dejarás de
percibir alguna cosa de manera deformada, o corregirás alguna falsa
creencia, o aprenderás a distanciarte de tu sufrimiento... con tal de que
comprendas que todo ello ha sido causado por tu "programación", no
por la propia realidad; e inesperadamente comprobarás que te sientes
plenamente agradecido por esos sentimientos negativos y por la
persona o el acontecimiento que los ha originado.
Intenta ahora dar un paso atrás. considera todo cuanto piensas,
sientes, dices y haces... y no te agrada: tus emociones negativas, tus
defectos, tus "handicaps", tus errores, tus apegos, tus neurosis, tus
dependencias... y tus pecados, naturalmente. Puedes considerarlo todo
ello como parte necesaria de tu desarrollo; como algo que te ofrece
una promesa de crecimiento y de gracia para ti y para otros y que no
se daría sin esa cosa concreta que tanto te desagrada. Y si tú mismo
has ocasionado dolor y sentimientos negativos a otros, piensa que en
ese momento has ejercido con ellos la función de "maestro"y les has
dado ocasión de autoconocerse y de crecer. Puedes seguir
considerándolo hasta que lo veas todo ello como una "feliz culpa",
como un pecado necesario que es ocasión de un inmenso bien para ti y
para el mundo.
Si eres capaz de hacerlo, tu corazón se verá inundado de paz, de
agradecimiento, de amor y de aceptación de todas y cada una de las
realidades. Y habrás descubierto qué es lo que la gente busca en todas
partes sin jamás encontrarlo: la fuente de la serenidad y de la alegría
que se esconde en cada corazón humano.



http://www.youtube.com/watch?v=Vt6LeMBLGts

miércoles, 3 de marzo de 2010

Aprenderemos a amar realmente? Meditemos en ello.

Que dificil nos parece, a la luz de los hechos aqui expuestos, aprender a amar realmente, y que absurda parodia del amor acostumbramos a vivir, convencidos absolutamente de que estamos en lo correcto...sin embargo, luego de leer estas meditaciones, no podemos seguir engañandonos, no podemos seguir pensando que realmente amamos, o nos amamos...podremos realmente ser capaces de desprendernos de todas nuestras cadenas, para poder dejar fluir el amor a travès de nosotros?
Los dejo con el padre de Mello, en otra de sus propuestas para enseñarnos realmente a amar...
Meditemos sinceramente en esto, ya que es lo unico por lo que vale la pena vivir.

MEDITACION 25
"Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela; más vale
entrar manco en la Vida que con las dos manos ir a la
gehenna... Y si tu ojo te es ocasión de pecado, arráncatelo;
más vale entrar ciego en el reino de Dios que con los dos ojos
ser arrojado al fuego"
(Mc 9,43 )
Cuando tratas con personas ciegas, empiezas a comprender que
sintonizan con unas realidades de las que no tienes ni idea. Su
sensibilidad hacia el mundo del tacto, del olfato, del gusto y del oído es
tal que a su lado, el resto de los humanos parecemos torpes y
desmañados patanes. Nos dan lástima las personas que han perdido la
vista, pero rara vez tomamos en cuenta el enriquecimiento que les
proporcionan los restantes sentidos. Por supuesto que es una pena que
el dicho enriquecimiento se produzca al elevado precio de la ceguera, y
es perfectamente concebible que se pueda tener la misma sensibilidad
que tienen los ciegos hacia el mundo de los restantes sentidos sin
necesidad de perder la vista. lo que no es posible, ni siquiera
concebible, es que despiertes jamás al mundo del amor sin
desprenderte resueltamente de aquellas partes de tu ser psicológico
que llamamos los "apegos".
Si te niegas a hacerlo, no experimentarás el amor, la única cosa que da
sentido a la existencia humana, porque el amor es el pasaporte para el
gozo, la paz y la libertad permanentes. Hay una sola cosa que te
impide acceder a ese mundo, y esa cosa es el apego producido por el
ojo codicioso, que provoca el ansia en tu corazón, y por la mano
avarienta, que intenta aferrar, poseer y hacer suyo lo que el ojo ve, y
se niega a soltarlo. Ese ojo ha de ser extirpado, y esa mano cortada, si
se quiere que nazca el amor. Con esos muñones por manos, no podrás
apoderarte de nada más. Con esas cuencas vacías por ojos, no tardarás
en hacerte sensible a ciertas realidades cuya existencia jamás habrías
sospechado.
Ahora, por fin, ya puedes amar. Hasta ahora, todo lo que tenías era
una cierta cordialidad y benevolencia, una cierta simpatía e interés por
los demás, que erróneamente considerabas que era amor, pero que
tienen tan poco en común con el amor como la mortecina luz de una
vela con la luz del sol.
¿Qué es amar? Es ser sensible a cada porción de la realidad dentro y
fuera de ti y, al mismo tiempo, reaccionar con entusiasmo hacia dicha
realidad, unas veces para abrazarla, otras para atacarla, otras para
ignorarla, y otras para prestarle toda tu atención, pero siempre
respondiendo a ella, no por necesidad, sino por sensibilidad.
¿Y qué es un apego? Es una necesidad compulsiva que embota tu
sensibilidad, una droga que enturbia tu percepción. Por eso, mientras
tengas el más mínimo apego hacia cualquier cosa o persona, no puede
nacer el amor. Porque el amor es sensibilidad, y la sensibilidad se
destruye cuando resulta dañada, aunque sea mínimamente. Del mismo
modo que el funcionamiento defectuoso de una pieza esencial de un
sistema de radar distorsiona la percepción y falsea tu respuesta a lo
que percibes.
No existe el amor defectuoso, incompleto o parcial. El amor, como la
sensibilidad, o lo es en plenitud o, simplemente, no es. O lo tienes
íntegro o no lo tienes. Por eso, sólo cuando desaparecen los apegos
accede uno al reino ilimitado de esa libertad espiritual que llamamos
"amor" y queda libre para ver y responder. Pero no hay que confundir
esta libertad con la indiferencia de quienes jamás han conocido la fase
del apego. ¿Cómo vas a arrancarte un ojo o cortarte una mano que no
tienes? Esa indiferencia, que tantas personas confunden con el amor
(como no están apegados a nadie, piensan que aman a todo el
mundo), no es sensibilidad, sino endurecimiento de corazón originado
por un rechazo, por una desilusión o por la práctica de la renuncia.
Es preciso atravesar las procelosas aguas de los apegos si se desea
arribar a la tierra del amor. Sin embargo, hay personas que, sin haber
zarpado jamás, están convencidas de haber arribado. Pero lo cierto es
que hay que estar muy sano y ser muy perspicaz para que el bisturí
amputador pueda hacer su labor y el mundo del amor pueda brotar en
la conciencia. Y no te engañes: eso sólo se logra con violencia. Sólo los
violentos arrebatan el Reino.
¿Por qué la violencia? Porque, por sí sola, la vida jamás podría producir
amor, sino solamente conducir a la atracción, de la atracción al placer,
y más tarde al apego y la satisfacción, que finalmente conduce al
cansancio y al aburrimiento. Viene a continuación una fase neutra o "de
meseta"... Y vuelta a empezar: la atracción, el placer, el apego, la
satisfacción... Todo ello mezclado de ansiedades, celos, posesividad,
tristeza, dolor, etc., lo cual convierte el ciclo en una especie de
"montaña rusa".
Cuando se ha repetido una y otra vez el ciclo, llega un momento en
que acabas harto y quisieras poner fin a todo el proceso. Si tienes la
suerte de no topar con ninguna otra cosa o persona que atraiga tu
atención, podrás la fin obtener una paz un tanto frágil y precaria. eso
es lo más que la vida puede darte, aunque es posible que lo confundas
con la libertad y consiguientemente, acabes muriéndote sin haber
conocido jamás lo que significa ser realmente libre y amar.
No. Si deseas liberarte del ciclo y acceder al mundo del amor, deberás
atacar mientras el apego siga vivito y coleando, no una vez que lo
hayas superado. Y deberás atacar, no con el bisturí de la renuncia,
porque esa clase de mutilación no hace más que endurecer, sino con el
bisturí de la consciencia.
¿Y de qué debes ser consciente? De tres cosas: en primer lugar, debes
ver el sufrimiento que esa "droga" te está ocasionando, los altibajos,
los estremecimientos, las ansiedades, las decepciones y el aburrimiento
a que inevitablemente te conduce. en segundo lugar, debes darte
cuenta de que esa "droga" está escamoteándote algo, a saber, la
libertad de amar y disfrutar de cada minuto y cada cosa de la vida. En
tercer lugar, debes comprender que, debido a tu adicción y a tu
programación, has atribuido al objeto de tu apego una belleza y un
valor que, sencillamente, no posee: aquello de lo que estás tan
enamorado tan sólo está en tu mente, no en la cosa o persona amada.
Si logras ver esto, el bisturí de la consciencia deshará el hechizo.
Suele afirmarse que sólo cuando te sientes profundamente amado
puedes abrirte con amor a los demás. Pero eso no es cierto. Un
hombre enamorado se abre realmente al mundo, pero no con amor,
sino con euforia. Para él, el mundo adquiere un irreal color de rosa que
se desvanece en cuanto desaparece la euforia. su presunto amor no se
debe a que perciba claramente su realidad, sino a que está convencido,
acertada o equivocadamente, de que es amado por alguien; un
convencimiento peligrosamente frágil, porque se basa en la persona
por la que cree ser amado, que es voluble y tornadiza por naturaleza y
que en cualquier momento puede pulsar el interruptor y acabar con su
euforia. No es de extrañar que quienes así proceden no consigan jamás
perder su inseguridad.
(Cuando te abres al mundo por causa del amor que otra persona siente
por ti, estás radiante; pero lo que irradias no es tu percepción de la
realidad, sino el amor que has recibido de esa otra persona, la cual
controla el "interruptor", de tal manera que, cuando lo pulsa, hace que
tu brillo o irradiación, desaparezca.)
Cuando uses el bisturí de la consciencia para pasar del apego al amor,
hay algo que debes tener en cuenta: no seas severo ni impaciente ni te
detestes a ti mismo. ¿Cómo puede nacer el amor de semejantes
actitudes? Mejor será que te muestres compasivo contigo mismo y
conserves la flema conque el cirujano maneja el bisturí. Puede que
entonces descubras que eres maravillosamente capaz de amar el
objeto de tu apego y disfrutar de él aún más que antes y, al mismo
tiempo disfrutar igualmente de cualquier otra cosa o persona.
Ésta es la piedra de toque para averiguar si lo que tienes es amor.
Lejos de hacerte indiferente, ahora puedes disfrutar de todo y de todos
como antes disfrutabas del objeto de tu apego. Ahora ya no hay más
estremecimientos ni, consiguientemente, más sufrimiento ni
incertidumbre. de hecho, podría decirse que disfrutas de todo y no
disfrutas de nada, porque has hecho el gran descubrimiento de que
aquello de lo que disfrutabas con ocasión de cualesquiera cosas y
personas, es algo que está en tu propio interior. La orquesta está
dentro de ti, y la llevas consigo a donde quiera que vayas. las cosas y
las personas exteriores a ti no hacen sino determinar la melodía
concreta que la orquesta debe interpretar. Y cuando no hay nada ni
nadie que atraiga tu atención, la orquesta tocará su propia música,
porque no necesita ningún estímulo externo. Ahora llevas en tu corazón
una felicidad que nada ajeno a ti puede darte ni arrebatarte.
Y aquí radica la otra prueba del amor: eres feliz sin saber por qué.
Pero, ¿es duradero el amor? La verdad es que no hay garantía alguna
de que lo sea, porque, aún cuando el amor no puede ser parcial, sí
puede ser de duración limitada. El amor viene y se va en la medida en
que tu mente está despierta y consciente o, por el contrario, se ha
vuelto a dormir. Ahora bien, aun así, una vez que haz probado esto que
llaman "amor", sabrás que ningún precio es demasiado elevado y
ningún sacrificio demasiado grande, ni siquiera la pérdida de ambos
ojos o la amputación de una mano, cuando a cambio se puede obtener
la única cosa en el mundo por la que merece la pena vivir.




http://www.youtube.com/watch?v=s0kCtoZzqDc

martes, 2 de marzo de 2010

Liberandonos de los juicios.

A mi entender, lo más dificil que uno puede experimentar es liberarse de los juicios...si desde que nacemos practicamente basamos nuestro conocimiento en los juicios...esto es rico, malo, blando, duro, etc, y no nos percatamos de que todo esto no es ni siquiera cierto, ya que cada uno percibe diferente a los demás...sin embargo, seguimos así por la vida calificando los lugares, personas y cosas, identificandolos con esas cualidades que tan arbitrariamente les otorgamos, sin pararnos siquiera a pensar que con esta actitud estamos delimitando, empobreciendo y descalificando algo, que si nos detuvieramos un instante a ver...o a tratatar de ver, como es en realidad...nos dariamos cuenta de nuestro error, ya que nada es como lo vemos.
Aprendemos a ver con los ojos del pasado...y nos olvidamos de redescubrir momento a momento la maravilla que es la creación, en constante cambio y movimiento...
Meditemos en esto y tomemos consciencia de la realidad.

MEDITACION 24
"No juzguéis y no seréis juzgados"
(Mt. 7 , 1)
Es tranquilizador pensar que el más excelso acto de amor que puedes
realizar no es un acto de servicio, sino un acto de contemplación, de
visión. Cuando sirves a las personas, lo que haces es ayudar, apoyar,
consolar, aliviar su dolor... Cuando las ves en su belleza y bondad
interiores, lo que haces es transformar y crear.
Piensa en algunas de las personas a las que aprecias y que te atraigan.
Intenta ver a cada una de ellas como si fuera la primera vez, sin
dejarte influenciar por el conocimiento o la experiencia, buena o mala,
que tengas de ellas. Intenta descubrir en ellas algo que, debido a la
familiaridad, se te haya pasado por alto, porque la familiaridad produce
rutina, ceguera y aburrimiento. No puedes amar lo que no eres capaz
de ver de un modo nuevo. No puedes amar lo que no eres capaz de
estar constantemente descubriendo.
Piensa ahora en personas que te desagraden. Observa, en primer
lugar, qué es lo que te desagrada de ellas; estudia sus defectos con
imparcialidad y objetividad. Para ello, naturalmente, no puedes hacer
uso de "clichés" referidos a ellas: orgulloso, holgazán, egoísta,
arrogante... El "cliché" es producto de la pereza mental, porque resulta
muy fácil aplicarle a alguien un estereotipo o una "etiqueta". En
cambio, es difícil y arriesgado ver a las personas en su singularidad y
unicidad.
Debes examinar esos defectos "clínicamente", es decir, debes
cerciorarte de tu objetividad. Ten en cuenta la posibilidad de que lo que
ves en esas personas como un defecto tal vez no lo sea en absoluto,
sino que en realidad puede ser algo hacia lo que tu educación y las
circunstancias te han hecho sentir aversión. Si, a pesar de todo, todavía
sigues viendo en ello un defecto, trata de comprender que el origen del
mismo reside en sus experiencias de la infancia, en sus
condicionamientos del pasado, en una defectuosa forma de pensar y de
percibir y, sobre todo, en su inconsciencia, no en su malicia. A medida
que hagas esto, tu actitud se trocará en amor y perdón, porque
examinar, observar y comprender es perdonar.
Después de estudiar los defectos, intenta descubrir las virtudes que
atesora esa persona y que el desagrado que sientes hacia ella te han
impedido ver hasta ahora. Y, mientras lo haces, observa cualesquiera
cambios de actitud o de sentimientos que te sobrevengan, porque la
aversión hacia ella ha enturbiado tu visión y te ha impedido ver.
A continuación, piensa en cada una de las personas con las que vives y
trabajas, observando cómo cada una de ellas se transforma a tus ojos
cuando las miras de esta manera. Al verlas así, les estas ofreciendo un
don infinitamente más valioso que cualquier acto de servicio que
puedas prestarles, porque, al hacerlo, las has transformado, las has
"creado" en tu corazón; y, supuesto un cierto grado de contacto entre
tú y ellas, también ellas experimentarán realmente una auténtica
transformación.
Y ahora, ofrécete a ti mismo idéntico don. Si has sido capaz de hacerlo
por otros, no te resultará muy difícil. Sigue el mismo procedimiento: no
juzgues o condenes ninguno de tus defectos o neurosis. Si no has
juzgado a los demás, tampoco tú debes ser juzgado. Indaga, estudia y
analiza tus defectos para lograr una mejor comprensión que te lleve al
amor y al perdón, y descubrirás con gozo cómo resultas transformado
por esa actitud extrañamente tierna y comprensiva que brota en ti para
contigo mismo. Una actitud que nace en tu interior y se extiende a toda
criatura viviente.

Aqui nuestra música de acompañamiento para tranquilizar la mente y facilitar la meditación.



http://www.youtube.com/watch?v=kTNWcNGka-w

lunes, 1 de marzo de 2010

Realmente sabes ver? Meditemos sobre esto...

La visión de la verdad, y es algo que se logra solo con el crecimiento espiritual...no hay nada que podamos hacer para forzarla, solo esperar a que se nos otorgue...la meditación, la contemplación y el entrar en el silencio, son elementos que ayudan a despertarla...y para ello necesitamos la soledad...la comunión con nosotros mismos...el autoconocimiento...comencemos con la meditación de hoy.

MEDITACION 23
"Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para
orar". (Mt. 14,23)
¿No se te ha ocurrido nunca pensar que sólo eres capaz de amar
cuando estás solo? Pero, ¿qué significa amar? Significa ver a una
persona, una cosa, una situación tal como realmente es, no tal y como
tú la imaginas, y reaccionar ante ella como merece. No puedes amar lo
que ni siquiera ves.
¿Y qué es lo que te impide amar? Tus conceptos, tus categorías, tus
prejuicios y proyecciones, tus necesidades y apegos, los "clichés" que
tú mismo has elaborado a partir de tus propios condicionamientos y
experiencias pasadas. Ver es la más ardua tarea que un ser humano
puede emprender, porque requiere una mentalidad alerta y
disciplinada, mientras que la mayoría de la gente prefiere ceder a la
pereza mental antes que tomarse la molestia de ver a cada persona y
cada cosa de un modo siempre nuevo, con la novedad de cada
momento.
Liberarte de tus condicionamientos para poder ver es bastante difícil.
Pero el ver te exige algo aún mucho más doloroso: liberarte del control
que la sociedad ejerce sobre ti; un control cuyos tentáculos han
penetrado hasta las raíces mismas de tu ser, hasta el punto de que
liberarte de él es tanto como despedazarte.
Si quieres comprenderlo, piensa en un niño al que se le inocula el gusto
por la droga. A medida que la droga penetra en su cuerpo, el niño se
va haciendo adicto, y todo su ser demanda a gritos dicha droga. Llega
un momento en que la falta de la droga le resulta tan insoportable que
prefiere morir.
Pues bien, esto es exactamente lo que la sociedad hizo contigo cuando
eras un niño. No te estaba permitido disfrutar del sólido y nutritivo
alimento de la vida: el trabajo, la actividad y la compañía de las
personas y los placeres de los sentidos y de la mente. Se te hizo tomar
afición a unas drogas llamadas "aprobación", "aprecio", "éxito",
"prestigio", "poder"... Una vez que les tomaste el gusto, te hiciste
adicto a ellas y empezaste a temer la posibilidad de perderlas. Sentías
terror son sólo pensar en los fallos, en los errores, en las críticas. De
modo que te hiciste cobardemente dependiente de los demás y
perdiste tu libertad. Ahora tienen otros el poder de hacerte feliz o
desdichado. Y, por más que detestes el dolor que ello supone, te
encuentras totalmente desvalido. No hay un solo minuto en el que,
consciente o inconscientemente, no trates de sintonizar con las
reacciones de los demás, marchando al ritmo de sus exigencias.
Cuando te ves ignorado o desaprobado, experimentas una soledad tan
insoportable que acudes de nuevo a los demás mendigando el consuelo
de su apoyo, su aliento y sus palabras de ánimo. Vivir con los demás
en este estado conlleva una tensión interminable; pero vivir sin ellos
acarrea el agudo dolor de la soledad. Has perdido tu capacidad de
verlos con toda claridad tal como son y de reaccionar adecuadamente
ante ellos, porque, en general, tu percepción de ellos está oscurecida
por tu necesidad de conseguir la "droga".
La aterradora e ineludible consecuencia de todo ello es que te haz
vuelto incapaz de amar a nada ni a nadie. Si deseas amar, has de
aprender a ver de nuevo. Y si deseas ver, has de renunciar a tu
"droga". Tienes que arrancar de tu ser esas raíces de la sociedad que
se te han metido hasta los tuétanos. Tienes que liberarte de ellas.
Externamente, todo seguirá como antes, y tú seguirás estando en el
mundo, pero sin ser del mundo. E internamente serás al fin libre y
estarás absolutamente solo. Es únicamente en esa soledad, en ese
absoluto aislamiento, como desaparecerán la dependencia y el deseo y
brotará la capacidad de amar, porque ya no verás a los demás como
medios de satisfacer tu adicción.
Sólo quien lo ha intentado conoce el terror de semejante proceso. Es
como si te invitaran a morir. es como pedirle al pobre drogadicto que
renuncie a la única felicidad que ha conocido y la sustituya por el sabor
del pan, la fruta, el aire limpio de la mañana y el frescor del agua del
torrente, mientras se esfuerza por hacer frente al síndrome de
abstinencia y al vacío que experimenta en su interior una vez
desaparecida la droga. para su enfebrecida mente, nada que no sea la
droga puede llenar ese vacío. ¿Puedes imaginar una vida en que te
niegues a disfrutar de una sola palabra de aprobación y de aprecio o a
contar con el apoyo de un brazo amigo; una vida en la que no
dependas emocionalmente de nadie, de manera que nadie tenga ya el
poder de hacerte feliz o desdichado; una vida en la que no necesites a
ninguna persona en particular, ni ser especial para nadie, ni considerar
a nadie como propio?
Hasta las aves del cielo tienen su nido, y los zorros guaridas, pero tú no
tendrás dónde reposar tu cabeza a lo largo de tu travesía por la vida.
Si alguna vez llegas a ese estado, al fin sabrás lo que significa ver con
una visión despejada y no enturbiada por el miedo o el deseo. Y sabrás
también lo que significa amar. Pero para llegar a esa región del amor,
deberás soportar el trance de la muerte, porque amar a las personas
supone haber muerto a la necesidad de las mismas y estar
absolutamente solo.
¿Cómo se llega ahí? A base de un incesante proceso de
concienciación... y con la infinita paciencia y compasión que deberías
tener para con un drogadicto. También te ayudará el emprender
actividades que puedas realizar con todo tu ser; actividades que de tal
manera te guste realizar que, mientras te ocupas de ellas, no signifique
nada para ti ni el éxito ni el reconocimiento ni la aprobación de los
demás. E igualmente útil te será volver a la naturaleza: despide a las
multitudes, sube al monte y comulga silenciosamente con los árboles y
las flores, con los pájaros y los animales, con el cielo, las nubes y las
estrellas. Entonces sabrás que tu corazón te ha llevado al vasto
desierto de la soledad, donde no hay a tu lado absolutamente nadie. Al
principio te parecerá insoportable, porque no estás acostumbrado a la
soledad. Pero, si consigues superar los primeros momentos, no
tardarás en comprobar cómo el desierto florece en amor. Tu corazón
romperá a cantar, y será primavera para siempre.




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