Hola amigos, después de una larga ausencia de casi dos años, vuelvo al blog sola, para seguir compartiendo mis vivencias y cosas interesantes de auto ayuda y crecimiento personal.
En esta etapa nueva de mi vida, luego de perder cosas, hogar, seres queridos, comodidades, amores y costumbres, me siento renovada y dispuesta a recomenzar en este nuevo renacer, luego de grandes batallas con migo misma he logrado re-inventar el amor, la vida y el despertar, desapegándome de mi familia, hijos, posesiones, y añejos paradigmas y creencias para sumergirme el el inmenso mar de posibilidades que el universo me ofrece a cada instante, eligiendo nuevas y mejores posibilidades para mi y mi creación.
Luego de mucha introspección he descubierto mi misión en esta vida y estoy dispuesta a asumir mi entera responsabilidad y cumplirla, y también compartir este proceso con ustedes.
Como reflexión les dejo un párrafo de un libro de Ramtha, que me ayudó a esclarecer mi camino.
ABRIRSE PASO HASTA EL OTRO LADO
Nadie puede cruzar al otro lado con
un motivo ulterior Jamás lo conseguirás. Nadie va a ser un maestro hecho y derecho
hasta que sea capaz de no dejar huellas, ¿Y sabes qué son las huellas? Son las
zarzas del sendero que te lleva de vuelta a tu pasado. Están siempre en tu
interior, y vuelves a visitarlas todos los días. Caminas hacia atrás. Estás
intentando reconstruir la ciudad de Onai que yo destruí. Tratas de reconstruir
tu pasado todos los días. Vas y vuelves; vas hacia atrás todos los días. Te
despiertas en el presente, pero luego lo dejas y reconstruyes aquello que se
llama los antiguos templos del pensamiento, y allí los mantienes.
Un maestro no deja huellas. Eso
significa que un maestro no tiene pasado, ninguno. ¿No es esa una frase de una
riqueza misteriosa? ¿Cómo podría alguno de vosotros no tener pasado? Es simple:
no encuentres ningún motivo para visitarlo, y desparecerá; pero eso requiere
cierto trabajo. Eso requiere una persona absolutamente despierta que sepa
cuándo está caminando hacia atrás, cuándo camina hacia delante, y cuándo no
camina para nada. Lo primero que hacemos para lograr eso es arrancar las raíces
sucias que bordean la senda al pasado: las experiencias que tuviste allí que te
hacen volver continuamente hacia atrás a buscar un motivo para estar vivo en el
presente.
Deja de estar resentido por tener
que renunciar a ser una víctima de tu niñez. Ya déjalo. Vas a descubrir que eso
tiene un gran peso en tu vida, porque te ha traído hasta donde estás hoy; te ha
permitido alimentarte. Y cada vez que cometes un pequeño desliz vergonzoso —y
en verdad te resbalas y se te cae la máscara y vemos el monstruo que está
detrás—, vuelves corriendo a tu pasado y empiezas a señalar diciendo: «Pues
bien, esta es la razón de que yo sea así». ¡Ya basta! ¿Cómo puedes tener el
poder de manifestar el reino de los cielos si regresas corriendo a tu niñez
para culpar al pasado de todo lo que es parte del presente? Estás dejando unas
huellas sucias. Cuando arrancas esa experiencia de la infancia, tus padres por
fin pueden descansar en paz, y lo que es más, tú también. Tienes que
arrancarla. Nosotros no volvemos a nuestras experiencias de la niñez; no
volvemos otra vez a la pena; ya no hacemos eso. No regresarás a la pena... No
abrirás la Cicatriz. Ya déjalo. Esa es una huella que conduce al pasado.
Deja de ir hacia atrás para
encontrarle un sentido a tus pensamientos de hoy. Deja de usar el pasado como
una metáfora del presente. ¿Por qué no puedes simplemente tener un pensamiento
que esté basado nada más que en el presente? Deja de ir hacia atrás para encontrar
las razones de haber tenido ese pensamiento y descubrirás, mi querido
estudiante, que empezarán a brillar en ti la claridad y la honestidad. Además,
eso que tanto temes destapar, necesitas destaparlo. Y cuando le eches un
vistazo, comprenderás que es parte de la travesía del pasado. Nunca más
vuelvas allí y jamás tendrás que pensar otra vez en función de tu pasado. Te
habrás liberado de él. Eso es lo que quiero. Eso es una claridad absoluta en la
cual la mente analógica se presenta en un abrir y cerrar de ojos. Cuando eres
así de puro, pasas de inmediato a un estado de mente analógica, porque no hay
nada que se interponga en el camino.
Esto es lo que pasa cuando le hablas
a alguien abiertamente, con pasión, y con el corazón. Estás a punto de decir
algo importante, y el otro te interrumpe y dice: «Eso me recuerda a una
experiencia que viví hace diez años...», y empieza a parlotear. Lo mismo daría
que no estuvieras allí, porque se ha ido de tu presencia Eso es lo que pasa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario